Primera salida a la calle de aquel primigenio misterio de la Hermandad de San Gonzalo, nada más cruzar el umbral del templo.  (Foto...

Cuando la música era importante pero no obsesionaba nadie

Primera salida a la calle de aquel primigenio misterio de la Hermandad de San Gonzalo, nada más cruzar el umbral del templo. 
(Foto: Joseph Peyré)



La música ausente o presente. Si en algún momento fue banda sonora que acompaña a lo que pasa en las calles y en los corazones, un conjunto de sonidos armónicos que podían no tener título para quien escuchaba pero sí emocionaban a veces, desde hace demasiado tiempo ha pasado a un primer plano que a veces eclipsa a todo lo demás. Sale a la calle un paso y al día siguiente todavía se está hablando de que había música o de que no había, de los acordes que rompían el aire y de los que se echaban en falta.

Hasta no hace tanto, la música era importante pero no obsesionaba nadie. Aunque fueran algunas veces con las imágenes, casi la mitad de las chicotás a paso tambor nadie se ofendía. Los costaleros no se sabían el título -aunque se tocaran Cristo del Amor, Soledad de San Pablo y El Corpus– y no había nada parecido a las crucetas ni a lugares emblemáticos en que siempre se tocaba la misma. No había directores de banda agobiados por las cofradías para empezar a tocar enseguida, no sea que la gente de abajo deje de disfrutar unos segundillos.

La música ahora identifica los vídeos de youtube, motiva a los que se calzan el costal para votar una cosa u otra, anima las copitas en las tabernas en que se quema incienso y evita un silencio incómodo que la gente aprovecharía para hablar y no prestar atención, porque se le ha acostumbrado a que mirar a un paso detenido, preguntarse por lo que tiene delante de la vista, trascender y no digamos rezar es algo innecesario en un espectáculo -espectáculo es una palabra clave- de coreografía en movimiento.

Quizá algún día pase esta época, como pasaron los años en que estas imágenes aparecen en fotografías antiguas. 

Pasarán los años con la certeza de que hay cosas que son efímeras y volarán como la ceniza a la que se sopla y cosas que son eternas y no las barrerán ni la música ni su falta, aunque en su proporción justa sea imprescindible y perdurable.
El Señor del Gran Poder a punto de recogerse en San Lorenzo en una ya bastante lejana mañana de Viernes Santo... 

La Esperanza Macarena en torno al año 1880, cuando iba bajo el palio de plata 
Mas de un siglo tendrá ya esta fotografía del Señor de las Penas de la Hermandad de La Estrella, sólo sobre su antiguo paso gótico y con los barrocos candelabros que estrenó creo que en 1902... 
Curioso el costalero que asoma por los remangados faldones y la manguilla que, allá a lo lejos, anuncia el cortejo del paso de palio... 

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