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Foto SMCE Con esto del abrigo se nos está olvidando que en unos días habrá que empezar a enseñar el palmito. Nosotros, los hombres, l...

Foto SMCE
Con esto del abrigo se nos está olvidando que en unos días habrá que empezar a enseñar el palmito. Nosotros, los hombres, lo tenemos un poco menos complicado por que a lo más que puede llegar el desastre es a no abrocharnos la chaqueta. Pero ellas, sin querer generalizar, empezarán a cambiar la ropa de invierno por entretiempo y es ahí donde se mascará la tragedia.

El recuerdo de los mantecados después de tres meses volverán a la memoria y culparán a todos los productores de estepa por esta catástrofe.  Pero, ¿quién tiene narices de resistirse a no comer bien? Ya está aquí el tiempo de las torrijas y los pestiños. Las gélidas cervezas, las copas de manzanilla y el tinto de verano. Las ollas pitando con la carne y bacalao con tomate. Los platos de espinacas y el tomate aliñado. Que no abrocha la chaqueta, «pues me compro otra... ponme dos botellines». Ya queda menos.
SMCE


Tapas, una tradición española que viene del s. XIII y que, hoy en día, está presente en todo el mundo

Tapas, una tradición española que viene del s. XIII y que, hoy en día, está presente en todo el mundo

Foto SMCE. "Manzanilla en Rama" Empiezo con una expresión de un amigo "Él dice que beber manzanilla fresca es como sen...

Foto SMCE. "Manzanilla en Rama"
Empiezo con una expresión de un amigo "Él dice que beber manzanilla fresca es como sentirse en Sanlúcar respirando el aire nocturno de la marisma y disfrutando del delicioso sabor de los langostinos"... Todo esto es capaz de llevar dentro una copa de auténtica manzanilla, que no es poco.

Con la llegada de Abril llega el momento cumbre de unos vinos que son considerados por los mayores expertos como unos tesoros de la enología (aunque para otros lo es todo el año). La manzanilla de Sanlúcar de Barrameda y el fino de Jerez de la Frontera y El Puerto de Santa María tienen en Sevilla su segunda patria, y así queda de manifiesto en el Real de Los Remedios cada Feria de Abril. La feria se vive como está mandado con un catavinos en la mano, pero también hay que saber cumplir con el ritual de la manera adecuada. Atento a las recomendaciones del Consejo Regulador de los Vinos de Jerez.

1. Pide medias botellas (375 ml), el formato más popular y el que permite disfrutar de manera adecuada este tipo de vino, pues de ellas salen 6 copitas y evitamos que el vino se caliente.

2. Tómala muy fría, entre 5º y 7ºC, así que conserva la botella en una cubitera con hielo.

3. Usa una copa de cristal fino, o en su defecto un catavinos, pero siempre talle esbelto por el que sostener la copa. Por ahí o por la base, para que no se caliente el vino en contacto con nuestros dedos.
Foto SMCE. "Manzanilla en Rama"

4. Acompáñalo de buenos platos. Los toques salinos de la manzanilla armonizan perfectamente con los mariscos, el pescado frito, el jamón ibérico, los salazones, los aliños, la carne a la parrilla…

5. Confía en marcas reconocidas o, en todo caso, que tengan en la botella el sello del Consejo Regulador de los Vinos de Jerez y Manzanilla de Sanlúcar. Apuesta por lo auténtico.

6. Disfruta de un consumo responsable.

7. Y mejor si es en buena compañía.


Y que decir del "rebujito",  cualquier enólogo o experto en vinos sabrá reconocer el extraordinario valor de la manzanilla y el fino, que son vinos verdaderamente únicos, fruto de un proceso biológico –el del velo de flor– y de un sistema de elaboración centenario –el de criaderas y solera– que aconseja disfrutar como se merece un producto tan excelso. Sin embargo, la Feria de Abril no es pionera en mezclar estos vinos con refrescos para dar como resultado el –denostado por unos y aclamado por otros– rebujito.

Ya en la Inglaterra victoriana se acostumbraba mezclar los vinos de jerez con limón, azúcar, agua carbonatada y hielo picado. Se les llamaba Sherry Cobblers. En Sevilla, durante las ferias donde más aprieta el calor, la mezcla de 1/3 de manzanilla por 2/3 de refresco, mucho hielo y unas hojas de hierbabuena es llamada rebujito y refresca como pocas.

¿Te inspira este vídeo a tomar una copa de Manzanilla ?

De vez en cuando los recuerdos te llevan a Sanlúcar, Guadalquivir abajo. Es una cita obligada, ¿pero es con Sanlúcar o es con Sevilla? Cad...

De vez en cuando los recuerdos te llevan a Sanlúcar, Guadalquivir abajo. Es una cita obligada, ¿pero es con Sanlúcar o es con Sevilla? Cada vez me gusta más Sanlúcar...

--No dirás que te ha convencido Borbolla...

No, me ha convencido Sanlúcar misma, me ha convencido el atún mechado de Casa Martínez, me han convencido las ortiguillas fritas de Balbino, de las que te queda una única duda, si se escriben con hache, como pone en la pizarra de las tapas, o si es sin hache. ¿Qué más da? Las ortiguillas fritas están tan buenas que dan ganas de comerse de ellas hasta las haches, cosa que hago, como verán, recordando ese sabor de media marea que traen sobre el mostrador. Y me ha convencido siempre en Sanlúcar el cazón en amarillo que pone Ruperto en Bajo de Guía, si ese día no ha cogido el portante y la media manta y se ha ido con la barca y con sus hijos a la casa del otro lado del río, allá por las gaviotas de Punta Zalabar.

Sanlúcar convence a cualquiera. Sobre su paisaje de araucarias y buganvillas, de conventos y miradores, es una Sevilla soñada. Si Sevilla tuviera mar, sería Sanlúcar. ¿Si Sevilla tuviera mar sería Sanlúcar, tú lo dudas, sevillano de poca fe? No, Sevilla tiene mar, y es Sanlúcar, tornapuntas en el balcón de la Plaza del Cabildo, cal en la calle de la Bolsa, paso de la Virgen de la Caridad, viejos olores de los tabancos, recuerdos que van y vienen de cargadores de Indias y de flotas que se van para Veracruz y Portobello después de haber enamorado a esta muchacha que pasa en el atardecer.

Venid, vamos a la Plaza del Cabildo, comiéndonos un helado con flores de lis de los que hace Pepe Bornay. Mirad esa vela del Ateneo Sanluqueño. No hacía falta que allí frente pusieran la placa en memoria de Manuel Barrios Masero. El mejor homenaje a Barrios Masero y a sus poemas de la manzanilla, que le salían todos de su enorme, roja, nariz de Baco del Guadalquivir, es la luz tamizada que da esta vela de la terraza del Ateneo. Mirad estos hombres aquí sentados. Mirad ese otro, que es otro homenaje vivo, a Manolo Barbadillo. Como él, lleva, a la sanluqueña, abrochada hasta el último botón la camisa sin corbata. ¿Son de los Puertos estos tipos? No, son de Sevilla. ¿Cuántas calles Sierpes, cuántas calles Dados, cuántas calles Reginas hay en Sanlúcar? Yo ahora os acompañaría y os las iría diciendo, convento por convento, iglesia por iglesia. Son muchos siglos de subir la marea como para que Sevilla no se acabara bajando con lo mejor que tiene a Sanlúcar.

Y luego, esa letanía lauretana de la manzanilla, en sus misterios gozosos. ¿La habéis escuchado en cualquier bar? Hacedlo un día. Preguntad a un camarero qué manzanilla os pueden servir y os irán recitando sus marcas como un santoral, como una salmodia litúrgica:

--San León, Los 48, La Gitana, La Goya, Solear, La Guita, Lola, Alegría...

Ligera o pasada. Como la manzanilla, así es Sanlúcar. Ligera de aire, de brisa, de la marea que viene y va por el río. Pasada de historia, de retablos, de olores hondos de las botas. Jesús de las Cuevas citaba la mejor definición que se diera de la manzanilla, que no podía deberse sino a don José María Pemán: «La manzanilla es el jerez vestido de marinerito». Sanlúcar es también un poco Sevilla vestida de marinerito, como para hacer la primera comunión con las raíces de galeón y mercader de su historia. Por eso digo que en estas noches de verano, el recuadro se pone a tomar el fresco en Triana y sueña con Sanlúcar. Siente que Sevilla tiene mar, y que esa certeza de Sevilla con mar se llama Sanlúcar.

Texto del gran maestro Antonio Burgos.